La pregunta que enciende el debate en la Costa Caribe.
Los desplazamientos nocturnos por carreteras peligrosas, el exceso de conciertos, los afanes para pasar de un lugar a otro “son hábitos de trabajo que derivan en muchos peligros”, según expertos.
“Este tipo de tragedias no pueden seguir enlutando a la música vallenata”. El autor de esta frase es el cantante Miguel Morales, padre del cantautor Kaleth Morales, quien murió el 24 de agosto de 2005 tras accidentarse en una carretera departamental mientras viajaba a Valledupar.
Miguel Morales es testigo “del dolor que produce la pérdida de un joven talentoso”. Por eso, con la misma contundencia pronuncia una frase que hoy tiene encendido un debate en la Costa Caribe, a propósito de la muerte trágica de Martín Elías Diaz Acosta: “muchos que han fallecido de la misma manera, pudieron evitarnos una pena tan grande si hubieran sido más prudentes en la vía”.
Pero el debate tiene un trasfondo. El periodista Óscar Montes, autor del libro “Vivir más no pude”, dijo que “estamos ante una mezcla mortal para los artistas vallenatos: afán, máxima velocidad, pésimas vías, cansancio y tragos. El desenlace es fatal”.
El del pasado viernes santo dejó nuevamente un sinsabor en la música vallenata camuflada entre trompetas de duelo y llanto, la música de “El Gran Martín Elías” suena por todas partes como un canto a la tristeza y al luto, pero también a la reflexión.
Elver Díaz, el tío de Martín, dijo que él debía haber viajado a Coveñas porque su sobrino lo invitó. Pero le asaltó el miedo. Vistiendo una camiseta amarilla que el muchacho le regaló dos días antes y que, según dijo, aún conserva su sudor, dijo que siempre lo regañaba porque “corría mucho”.
Entre sollozos recordó aquellos tiempos en las empolvadas plazas de los pueblos, donde los asistentes a los espectáculos musicales esperaban con ansias la llegada del bus donde venían los artistas que pronto subirían a la tarima.
Ese modo de transporte les permitía viajar en equipo y descansar con comodidad, mientras el conductor guardaba el reposo necesario para aguantar nuevas horas de viaje hacia otro destino.
El bus, sin embargo, hoy es sinónimo de “corronchería”. Cantantes y acordeoneros andan en sus propios vehículos, “jugando con su vida a exceso de velocidad”, anotó Tomás Alfonso “Poncho” Zuleta.
“Los conductores no van a parrandear, van a descansar para estar lúcidos a la hora del viaje, los míos hacen así o no viajo, porque como yo si soy anticuado, yo mi bus no lo cambio, y mira donde estoy”, manifestó el cantante de Zuleta.
Martín Elías salió a las 6:30 de la mañana de Coveñas, Sucre, después de una presentación. En su vehículo viajaba con el conductor y dos amigos. En un segundo automotor iba Rolando Ochoa, el acordeonero, y en un tercero, su manager. Los músicos recogerían los instrumentos y se embarcarían en el bus.
Unos 45 minutos después, ocurrió el accidente. Lo que dicen los testigos es que el carro eludió una motocicleta que se encontró el camino, se topó con un hueco y saltó unos cinco o seis metros antes de rebotar y expulsar por el vidrio delantero a Martín Elías.
El final del recorrido fue inesperado, así como el de muchos artistas que dejaron su historia en unas carreteras que revisten gran peligrosidad.
Según el Observatorio de la Agencia Nacional de Seguridad Vial del Ministerio del Transporte, el año pasado ocurrieron 534 accidentes diarios en las vías regionales de Colombia, que dejaron una estadística de 18 muertos y 114 heridos.
Las vías de la Costa más peligrosas, según el número de siniestros, fueron: La Y de Ciénaga (Magdalena)-San Alberto (Cesar), La Paz (Cesar)-Albania-Cuatro Vías (La Guajira), Bosconia-Valledupar, en el Cesar; Santa Marta-Riohacha, la vía al mar entre Cartagena y Barranquilla, Planeta Rica (Córdoba)-Sincelejo, la Troncal que comunica a la costa con el interior del país, y el tramo Sincelejo-Carreto (Bolívar)-Cartagena. Todas, de obligatorio tránsito por los artistas vallenatos.
Al recordar a Adaníes Díaz, a Hernando Marín, a Patricia Teherán muchos hablan de un “sino trágico”.
El referente más cercano es el de Kaleth Morales. Luego de finalizar un concierto y mientras se desplazaba en su vehículo entre los municipios de Plato y Nueva Granada (Magdalena), el cantautor de la llamada nueva ola del vallenato, sufrió un accidente y perdió la vida. El exceso de velocidad y el mal estado de la vía serían las causas del siniestro.
El pasado 14 de abril Martín Elías Díaz Acosta repitió la historia en la vía que de Coveñas (Sucre) conduce a Cartagena. “¿A quién más tenemos que ver morir en las mismas condiciones? Hay que despertar, este es un dolor muy grande”, expresó Miguel Morales.
Según dijo, los artistas de esta nueva generación no miden las consecuencias del peligro que genera, salir de un toque trasnochados y trasladarse por esas vías.
El escritor Alberto Salcedo, autor del libro “La eterna parranda» y uno de los más destacados cronistas del foclor vallenato, explicó que los desplazamientos nocturnos por carreteras peligrosas, el exceso de conciertos, los afanes para pasar de un lugar a otro “son hábitos de trabajo que derivan en muchos peligros”. Hay que replantear eso, dijo.
En fiestas tradicionales como el Carnaval, por ejemplo, las agrupaciones o sus representantes pactan entre 5 y 6 presentaciones por día.
Si a eso se le suma un desenfreno que, de acuerdo con Poncho Zuleta, nace de ese afán por “vivir la adrenalina de bajarse de una tarima y subirse a otra, o terminar una correría para empezar otra”.
Siempre los afanes llevan a la muerte, anotó.
Al debate se sumó el propio alcalde de Valledupar Augusto Ramírez Uhía. Mientras asistía a las honras fúnebres del joven músico, hizo el llamado a la nueva generación de artistas. “Valledupar es la ciudad que más se duele por la pérdida de sus músicos, por ser cuna de innumerables dinastías y epicentro de la fiesta más grande que enaltece el folclor vallenato. Por favor, cuídense”.
Fuente: Jaimelis Fonseca / Especial para El Espectador